por Ana Fiol
Una
mirada introspectiva y descriptiva de la historia en la voz de sus
hijos e hijas
Un
recorrido por la experiencia de nuestro pueblo, el territorio que
habitamos, nuestra casa común, el
horizonte colectivo.
El
paseo que realizamos con las y los guías turísticos comunitarios de
Victoria fue una experiencia antropológica y afectiva. Recorrimos
unos trayectos del Quinto Cuartel, que empezaron en una plaza
principal, en cuya esquina está ubicado un Bar llamado El Reino
Salvaje. Esa primera parada nos permitió sumergirnos en la historia
del Quinto y su cultura popular: la vida del pasado se dibujó frente
a nuestros ojos conjurada por las historias y anécdotas de nuestros
guías, hijos ellos mismos del lugar.
Esa
esquina tan tradicional y famosa fue el escenario de toda una
socialidad anterior, hoy desaparecida, hecha de almacén de ramos
generales durante el día y bar de cartas, apodos locales y
cuchilleros borrachos durante la noche. La fisonomía de unas formas
de vida extinguidas y las historías de abuelos aparecieron en las
voces jóvenes, los ojos oscuros, las pieles morenas de nuestros
guías. Entretejidos
dos tiempos,
un presente de herencia y el ayer de la historia familiar, se nos
llenaron los ojos de lágrimas cuando nuestros guías -una chica y un
muchacho, simpáticos, vivaces, ¿Qué tenían en los ojos? ¿El
brillo del amor y del orgullo que produce contar lo nuestro?-
entrelazaban las historias de ese bar “El Reino Salvaje”, con
fragmentos de sus propias vidas. “Nosotros somos nueve hermanos, yo
soy la sexta y ya nací en Victoria. Mis hermanos nacieron en la
isla, mi abuela fue la comadrona de dos generaciones”. Unas
historias que empiezan en ese otro mundo de barro y de olores que
han sido las islas, se trasladan a tierra firme a fuerza de buscar
trabajo, ir a la escuela, parar la olla.
El
Quinto ha sido un barrio de gente brava, extranjeros que fundaron el
pueblo, pescadores. Cada familia, cada clan con su apodo de animales
antropomorfizados, humanizados para señalar ese razgo, aquella
característica, una cualidad única.
El
recorrido continuó por una avenida ancha de casas muy antiguas y
edificios abandonados, testigos mudos y decrépitos de un tiempo
industrial: curtiembres, panaderías, caleras, grandes almacenes de
abarrotes, el primer puerto de Victoria. Ahora, la historia económica
del lugar se nos aparece mezclada con las biografías de infancia de
nuestros guías. Y entonces, en esas voces de pueblo, con las
melodías y modulaciones de la lengua de Victoria, el pasado se
encuentra con el presente conjurado por nuestros guías de turismo
comunitario, que nos ofrecen un relato afectuoso que nos emociona, de
las historias de un tiempo que es de ellos y es de todos, que es
común, comunitario, personal, público y político.
1 comentario:
Excelente propuesta, refuercen la idea, sigan haciendola crecer, he tenido la suerte de viajar y contactar con guias del lugar que hacen como uds. compartiendo e introduciendo a lxs turistas en la trama historica y cotidiana del lugar.
Es fantastico lo que hacen !!!
Felicitaciones.
Grace.
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